El origen del arte de combinar diversas pócimas se pierde en el tiempo, aunque probablemente fuese a consecuencia de la necesidad de conservar algunos líquidos, así como de preservar los aromas primigenios. Pero no hace falta remontarse tan atrás, pues el cóctel es una invención reciente. Es más, a pesar de que en inglés signifique cola de gallo (cocktail: «cock», gallo y «tail» cola), numerosas son las fábulas que se han contado, pero nadie sabe con exactitud dónde y cuándo fue servido el primer cóctel. Un cartel de la humilde casa decimonónica del 437 de la Royal Street, reza: «El cóctel ha nacido». Cuenta una leyenda del siglo XIX que un forajido dominicano de nombre Antoine Amédée Peychaud, abrió una botica donde amigos y paisanos gustaban de reunirse. Peychaud comenzó a servir a sus invitados licores de hierba de Santo Domingo hechos a base de plantas, azúcares y aromas. En otras partes de Nueva Orleans también se asegura haber dado tanto con la bebida como con el nombre, tal es la historia de la barbería que anteriormente había sido el bar donde se servía el coñac Sazerac de importación. Ahí, una composición a base de absenta, coñac, azúcar y piel de limón tendrá un gran éxito. Con el tiempo, el coñac francés se substituya por whisky de centeno, americanizando el conjunto.
La mejor época del cóctel:
La práctica y la técnica junto a la estandarización de recetas refinaron las combinaciones elementales elaboradas a finales del siglo XIX y a principios del XX. El cóctel se expandió, culminando en los años veinte -la época del jazz- al entrar en todos y cada uno de los ámbitos de la vida norteamericana: desde las crónicas negras hasta los eventos de la clase alta, pasando por la literatura, los anuncios, las artes visuales, la música y, sobre todo, el cine. El cóctel se transformó entonces en parte intrínseca de la cultura estadounidense y en leyenda, incluidas las estrellas de Ia gran pantalla.
Los bebedores más atractivos eran Humphrey Bogart y Clark Gable. El cóctel promulgó muchas novelas de la época, justo el momento en que llegó la Ley Seca: entre 1920 y 1933, a los americanos se le prohibía beber en público y tuvieron que hacerlo a escondidas. La gente bebía en las habitaciones de los hoteles, en fiestas privadas, en sótanos clandestinos… El Long Island Iced Tea era un cóctel de la época que camuflaba sus entrañas alcoholizadas de las redadas policiales gracias a su inocente nombre y al rústico vaso en el que se servía. La popularidad de los cócteles fue en aumento cuando la Ley Seca se abolió, el propio Roosvelt oficializó su mandato con un Martini Seco en la Casa Blanca.
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